TROUBLE IN MIND
Trouble
Otra vez he quedado en la acera de alguna miserable ciudad papamoscas. Tengo la cara llena de vómito, espero sea mío, que se me desliza triste hasta el pecho. La billetera desocupada. Manos cansadas, de tanto haber invocado durante la noche a Chuk Berry Go go Johnny Go/ Go go Johnny B Goode. Exquisiteces hipodérmicas, ahuecándome los vasillos del cuerpo, cercenando la realidad. Y varios troubles in mind. Ahora en este ¡puta lugar! siento lo innecesario que es pensar, porque duele. Ahoga.
Quiero tú sonrisa de abeja. Tu cara de trago amargo. El whisky de tu alma. He llegado al filo de la vida. La calle será mi lecho…
Anochecía cuando entre en las sábanas, cien por ciento lino; hechas seguramente por manos vírgenes, por lo suave de su tacto. Única posesión valiosa y verdadera de Celine. Me acurruque como pude entre los sueños de Celine. Sentía frío. Ella movió despectivamente sus uñeros me raspó los tobillos. Se sacudió el hastío del alma. Hubiera querido vivir, whisky, drogas ¡Rápido! ¡Rápido! ¡Ya! ¡Ya! ¡Dónde! ¡Dónde! !TripTrip! Que Celine se despertara una putiadita dos tres, que me orine en la cara y después, un beso en el centro de los rábanos que llevo por ojos, de tanta lágrima azul y ácida.
Sentía frío. Sus sueños al igual que las cobijas, no alcanzaban para dos. Me sentía como una funda de cachitos al aire.
Celine era de esas mujeres que uno se encuentra en rojas noches de mariposas linfoides; de cielos a medio orgasmo, cuando se siente el vibrar de la luciérnaga en los ojos. De esas que uno dice ¡mierda! como no se ha largado y aún soporta al imbécil del vómito a las tres de la madrugada. Obligaba a inyectarse la intravenosa de sus caderas en la yugular. Llegando a la sobredosis de su clítoris.
- Eres un ¡imbécil! Quentin.
- Un verdadero ¡imbécil!
Me decía Celine, con ese aire de dama a medio polvearse. Cuando regresaba a las tres semanas: más flaco, sin sueños y con whisky en la mitad del cerebro. Viviendo de a yapa. ¡Imbécil! Por no estar o mejor dicho por no largarme de una vez y para siempre de su vida. Esa que al igual que la mía la veo como cuando uno mira el caer del muro de Berlín o los disparos al cuerpo de un guerrillero. Es decir ¡puta! qué bien que estoy lejos. Necesito los baboseos de tu boca, abrazos Celine porque empeñe las alas. Quiero seguir en la esquina del culo del mundo kagándome y escupiendo hiel en la gelatina de fresa de los idiotas.
- Que voy hacer contigo Quentin, eres un ¡imbécil! pero te quiero full
- Mal Celine. Muy mal
Como le dices eso a este miserable, que no es más que un simple bostezo de vida, curtido entre sueños y hambres. Yo te voy ayudar Quentin. Solo dos que tres borracheras, varias duchas, infortunios, suficientes golpizas mucho dinero licuado. Baboseaditas por aquí peinillitas por acá. Mal Celine. Muy mal. Yo en cambio te quiero oler y después ¡whisky! Tocar y después ¡whisky! Beber y después ¡whisky! Morir con el olor de tu perfume de tres dólares chanel número Sinco by Yembal entre mis manos. Con whisky en la mitad del cerebro.
Tenías todo y nada Celine. Lo que más me encantaba de tu cuerpo eran esos ojos de droopy llorón. Que miraba en las madrugadas de abril cuando más me costaba dormir. Que trip tan insólito este Celine. Esos que derraman todo menos lágrimas. Nunca te vi llorar. Sería como ver morir un caracol. Ahora lloro en la acera
- ¿No me consuelas? Celine…
Mind
He comenzado a sentir el frío de la muerte en mi pecho Quentin.
Estás aquí, siento tus tobillos barrigones. ¿Donde estás? Que avenida te acogió, te sirvió de catre.
- ¡Mierda! Tus troubles in mind miserables
Es casi lunes. Detesto los lunes, el tiempo me camina como cangrejo destartalado. ¿Sientes frío? ¿No puedes dormir? Es abril eterno allá. Quentin ¡imbécil! Drogas no más son. Alcohol no más es. La nostalgia viene y me patea el trasero Quentin. Quién acariciara el disco duro infectado que llevas por seso. Que de tanto lupanar, ya ni de chatarra servía. Solo de recordatorio de cómo ha ido evolucionando todo, hasta las drogas. Porque si la vitamina C fuese ilegal, dios nos ampare. De cómo mueren las utopías.
- Troubles in mind… Celine
Ya es lunes Quentin. El ánimo se me ha pegado a las sábanas. Me grita ¡lárgate grandísima hijueputa! A ser otro número mal parido del sistema; pero a mí no me arrastres.
Comienzo a sentir tú beso parasitoide en el centro de mis tetas. Tus brazos simiescos alrededor de mi cintura. El olorcito añejo de tus pies.
La confirmación de la noticia llega con olor a whisky Premium gran reserva del 76. La muerte me deja la factura de tu vida.
Mañana iré a la morgue. Porque es martes y me aburren. Reconoceré el cuerpo de ameba; los ojos de rábano de tanto humo ácido. Me dirán de las condiciones de tu muerte. Firmaré papeles. Me largaré.
Al pasar al cementerio. Escogeré un nicho gris en medio de mariposas linfoides. Morirán dos o tres caracoles de mis ojos.
- lloras, Quentin… no te puedo consolar.
Escribiré en tu epitafio “Vivió pudriéndose y aquí sigue haciendo lo mismo”
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