A continuación y gracias a una cortesia de nuestro amigo el escritor Jorge Dávila Vázquez reproducimos un artículo de este con ocasión del Premio Cervantes 2007 a principios de diciembre de ese año.
Jorge Dávila Vázquez
GELMAN: LA PALABRA COMO CRIPTA Y HORIZONTE
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930), uno de los más grandes poetas de la lengua española, acaba de ganar el Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras hispánicas. Él, Nicanor Parra y Mario Benedetti, eran los favoritos, al galardón.
En Gelman, creo que el notable reconocimiento internacional, no va solo al inmenso poeta de “Relaciones”, “Hechos”, “Notas”, “Carta abierta”, “Si dulcemente”, “Comentarios”, “Hacia el Sur”, etc., sino también al símbolo; al exiliado, frente al peligro inminente de la dictadura argentina, que le había privado de hijo, nuera y nieta; segado la vida de algunos de sus mejores amigos, y convertido en cementerio buena parte de la literatura de su patria. El horror tuvo nombres propios: guerra sucia, represión, desapariciones, tortura, muerte violenta para quienes pensaran de manera diferente a quien ejercía una potestad usurpada. Las dictaduras del Cono Sur fueron y serán la vergüenza de Latinoamérica, siempre, aunque no faltará alguno que las extrañe y suspire por ellas, peor aún en tiempos más o menos progresistas.
He recordado, con motivo de este premio, las palabras de una de las grandes especialistas en la obra de Gelman, María Semilla Durán: “Si la tragedia personal, había dado forma, en la obra del poeta, a una de las voces más entrañables entre aquellas que se elevaron para decir el dolor de la derrota y de la muerte, en la vida del padre, el abuelo, el suegro, se sometieron a un mandato inexcusable: hallar los cuerpos de los muertos y de los vivos, construir para los primeros una cripta de palabras y para la niña perdida un horizonte de verdad.”
Creo que el escritor ha cumplido en un alto porcentaje su designio. Recuperó el cuerpo de Marcelo Ariel, y le fue devuelta la pequeña Macarena, aunque nunca se hallaron señales de María Claudia, la hija política.
El drama de Gelman ha sido el de numerosos argentinos; pero podemos decir a manera de consuelo, al menos él tuvo el refugio de la palabra, que la usó como arma, estandarte, grito… Un lírico de su estatura no tiene miedo al panfleto, porque es capaz de darle a la poesía comprometida una inmensa calidad, la que tuvo y tiene la mayoría de su poderosa producción.
Jorge Dávila Vázquez
GELMAN: LA PALABRA COMO CRIPTA Y HORIZONTE
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930), uno de los más grandes poetas de la lengua española, acaba de ganar el Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras hispánicas. Él, Nicanor Parra y Mario Benedetti, eran los favoritos, al galardón.
En Gelman, creo que el notable reconocimiento internacional, no va solo al inmenso poeta de “Relaciones”, “Hechos”, “Notas”, “Carta abierta”, “Si dulcemente”, “Comentarios”, “Hacia el Sur”, etc., sino también al símbolo; al exiliado, frente al peligro inminente de la dictadura argentina, que le había privado de hijo, nuera y nieta; segado la vida de algunos de sus mejores amigos, y convertido en cementerio buena parte de la literatura de su patria. El horror tuvo nombres propios: guerra sucia, represión, desapariciones, tortura, muerte violenta para quienes pensaran de manera diferente a quien ejercía una potestad usurpada. Las dictaduras del Cono Sur fueron y serán la vergüenza de Latinoamérica, siempre, aunque no faltará alguno que las extrañe y suspire por ellas, peor aún en tiempos más o menos progresistas.
He recordado, con motivo de este premio, las palabras de una de las grandes especialistas en la obra de Gelman, María Semilla Durán: “Si la tragedia personal, había dado forma, en la obra del poeta, a una de las voces más entrañables entre aquellas que se elevaron para decir el dolor de la derrota y de la muerte, en la vida del padre, el abuelo, el suegro, se sometieron a un mandato inexcusable: hallar los cuerpos de los muertos y de los vivos, construir para los primeros una cripta de palabras y para la niña perdida un horizonte de verdad.”
Creo que el escritor ha cumplido en un alto porcentaje su designio. Recuperó el cuerpo de Marcelo Ariel, y le fue devuelta la pequeña Macarena, aunque nunca se hallaron señales de María Claudia, la hija política.
El drama de Gelman ha sido el de numerosos argentinos; pero podemos decir a manera de consuelo, al menos él tuvo el refugio de la palabra, que la usó como arma, estandarte, grito… Un lírico de su estatura no tiene miedo al panfleto, porque es capaz de darle a la poesía comprometida una inmensa calidad, la que tuvo y tiene la mayoría de su poderosa producción.
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