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LA TRAGEDIA DE LAS KARIES/MarKo Tobar Mier (*)

IMPULSO DEL DESPRENDER LA CONTINUIDAD


Por Pablo Flores

Una tragedia repercute en la expresión de la imposibilidad, de asemejar la trayectoria con el que es emitido un origen de catástrofe, aunque tienden a dispersarse por interminables. La representación de ambas dispone la vibración de la versión primitiva de lo apresado contra el flujo de las formas supremas en la distinción de lo devoto y maternal. El hecho de la constitución de un cuerpo poético cuestiona ese combatir incurrido en la formación estética del ser humano, la resonancia transmitida del aislamiento de la disrupción de la relatividad, a lo que la tragedia en efecto de respuesta a sí misma allega al propósito de convergir su génesis. Así, basándose en la continuidad de desprender, “La relatividad de una bala depende de su posición, (….) el cuerpo de un niño”, Marco Tobar aleja superposiciones para esclarecerse en un proceso evolutivo a la inversa de la disimilitud de lo humano, para encarar el verdadero sumergimiento de las piedras en las palabras. “no es una estrella de pop, sumergiendo las piedras que no respiran el cupo ilimitado”, Marco encuentra en el intento del presagio a un hallazgo de tierra fuera de mar: “la tierra no existe hasta que no exista”. Existe también la anticipación de los actos que suceden al mismo tiempo, enfatizando un ritmo de secuencia desde un plano narrativo, un dictado de los sueños y el paraje de agudeza desde lo particular hasta la identidad microscópica.

La intención de develar el regimiento en la experiencia acude a la Tragedia de las Caríes, como emblema de la premisa en cada lasitud a partir del desamparo.



LA TRAGEDIA DE LAS KARIES
(fragmentos)

Muérete de la estática 



Significativa conclusión nasal…


Como ellos usan desodorante de noticiero, sus madres no sienten el hedor.


La relatividad de una bala depende de su posición, la recamara, el cañón, del viento, del cuerpo de un niño.


Las patrullas gritan de calor como las ambulancias, diferente al silencio del carro recolector de muertos.


El cadáver depende de su estatus y de eso la prisa en recogerlo, los hay decúbito dorsal y sentados, frescos y en rigormortis , los hay de Sudamérica, Europa, Haití o Estados Unidos, los tristes son fantasmas, pero nada como un muerto con fama.


En relativa paz, duermen mis hijos entre lágrimas de otro. La realidad envuelve, cuando, “naturaleza humana”, no es una estrella de pop, sumergiendo las piedras que no respiran el cupo ilimitado.


¿Qué miras?... el verde azulado relámpago, en el violento silencioso del kinde


O tu reloj…


¡Muérete de la estática!


La violencia es un tren con puntos suspensivos, la culpa es un proceso evolutivo, por el cual el ser humano eliminó la regurgitación voluntaria y la sociedad la remplazo con anorexia.


Para que un hombre muera, es necesaria la gravedad ponzoña y la avispa marina del tiempo.


Para matar a un hombre, necesitas una bestia calculadora y sus hordas de uniforme.


Son trompos quietos los disparos de la ONU.


Y como en Palestina, las balas y orugas luchan plasma triste, su sabana invade la frontera roja de su piel casual, quemada y purpura.


Corren por los más pequeños, heridas, sus padres corren y la noche quema su autobomba.


Es la diferencia abismal entre música clásica y vieja, la afinación del oído la moda o solo la costumbre.



Bulla



Kitu púrpura

lluvioso ejercito del mirlo llorón. Protesta peina cresta de loro, focos muertos entre piedras voladoras,

los gases atoran la succión de ideas barbonas.

Cantador anarco: Flaco y negro exige rojo, fulmina gobiernos metrallando acordes el parque (sin el arbolito),

refleja el ronko poeta sus sílabas, el dedo del medio al norte fascista.

Los niños exigen sablazazos de libertad, quieren extraviarse de los huecos de sus zapatos, fugar de su escuela de hadas , los pies callosos caminan, la escasa verdura quemada de brea, en el semáforo en rojo.

Negro fancín, circular sin butaca vertiendo alcohol encendido, elásticas las flores que no han dejado el tallo del suelo, persiguiendo, siendo perseguíos por la variedad antimotines; flores vendidas apestan a violación del día de los novios, en manos de el espectador incapaz de gritar lo que piensa debería ser gritado.


Smog


Para los peces, el aire no existe hasta levantar la cara,


no existe hasta sumergir la cara para los demás,


el agua no existe para los muertos


El cielo no existe para los ciegos,


ni para los conductores de mercedes;


la tierra no existe hasta que no exista.

 
 
 * MARCO TOBAR
         KITO-1984

Miembro del Kolectivo Murcielagario
Integró los Talleres de Literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana

A participado en:

MAMITICOS, recital poético lumpezko, Quito, 2011
19º Encuentro de las Nuevas artes/Feria del libro y recital internacional de poesía de Riobamba
I Feria del libro de la Universidad Católica de Quito, 2010

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